Armas Ibericas en Tojar

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ARMAS IBÉRICAS PROCEDENTES DE LA NECRÓPOLIS BASTETANO-TURDETANA DE LOS VILLARONES (FUENTE-TÓJAR, CÓRDOBA) CONSERVADAS EN SU MUSEO HISTÓRICO MUNICIPAL


(Fernando Leiva Briones, Cronista Oficial de Fuente-Tójar)



Nuestro trabajo comprende una serie de armamento conservado en el Museo Histórico Municipal de Fuente-Tójar (lám. 1). Consiste en el estudio de diferentes piezas, que si bien no son todos los elementos que compondrían la panoplia ibérica en su totalidad (lám. 2), son una buena muestra de la misma. Proceden de la necrópolis ibero-turdetana, mejor ibero-bastetana, de Los Villarones, o Torviscales (lám. 3). Aparecieron por diversas causas y en diferentes momentos y formaron en su día parte del equipo del guerrero ibérico (vid. lám. 2). Son piezas que, como pensamos, gozan de las mismas características que las de la vecina Almedinilla, es decir, reflejan escasa o ninguna influencia meseteña como hasta hace poco se admitía (1).



Lam 1 Vista parcial vitrina 7 armasibericas.JPG

Las primeras noticias acerca de la aparición de armas en Fuente-Tójar datan de 1867: El 13 de abril, D. Luís Maraver y D. Mariano López Sánchez se personan en la  villa con el fin de conocer in situ el lugar exacto en donde (según tienen conocimiento por el cura de la localidad, don Juan de Dios Leiva, y doña María de la Sierra Arroyo, maestra en el mismo pueblo) aparecen  bastantes  objetos antiguos,  muchos de los cuales ya habían sido enviados a Córdoba y examinados por aquellos mismos señores. Durante el mismo día 13 y los dos siguientes (14 y 15)  trabajan en  la  necrópolis de La Cabezuela (lám. 4) obteniendo, entre otros materiales, una hoja de arma, culter venatorius, dos hierros de lanza  y  un hierro incompleto con apariencia de signo militar hallados, todos, fuera de las urnas cinerarias; sin embargo, el Sr. Maraver, jefe de los expedicionarios, no publica las memorias (2), posiblemente no supo encuadrar culturalmente los materiales que tenía entre manos. Transcurrirá más de un siglo cuando, ya en 1983, otros investigadores -doña Ana Mª Vicent y don Alejandro Marcos- traigan de nuevo a colación la presencia de armas ibéricas en solar tojeño: “En alguna tumba [dicen] se han descubierto restos de falcatas (o sea de una especie de sable de hoja curva) y de puntas de lanza, todo ello en hierro” (3). A dichos estudiosos les seguirán otros (Vaquerizo, Quesada y el autor de estas líneas) que tratan tanto del armamento ibérico como de diferentes útiles de hierro pertenecientes a la II Edad del Hierro Peninsular (4).

Hasta aquí lo que la bibliografía nos muestra al respecto; sin embargo, lo que posiblemente nunca sepamos es si en los lotes de piezas que el Cura y la Maestra enviaron a Córdoba para la creación del Museo Arqueológico Provincial figuraba algún tipo de armas, y en el caso de ser así, ¿qué ocurrió con ellas?... En este último Museo están registrados, entre otros materiales, varias puntas de lanza (desde la número  1.072 a la 1.088) como entregadas por el Sr. Maraver procedentes de Almedinilla y Fuente-Tójar en 1867 y un armazón o abrazadera de vaina de espada de antenas (nº 1.094) de la misma procedencia (5).


Lam. 6

Punta de lanza (nº. inv. 536-V, lám. 7, abajo).-  Material: hierro. Restaurada, al igual que el resto del material metálico del conjunto, en 2000. Cubo tronco-cónico muy pronunciado. A  0,9 cm de la base existe una perforación de  0,4 cm de diámetro para el pasador de sujeción al astil. Carece de anillo de fijación y no se observa ranura lateral ni capuchón o soldadura de cobre en el interior. El nervio comienza en la unión con la hoja, es de sección rómbica con aristas vivas en todo su recorrido hasta finalizar en la punta confundiéndose con ella. La hoja (de apariencia de hoja de sauce) se encuentra completa con las superficies prácticamente lisas y se une al cubo con filos ovalados. El arma está arqueada intencionadamente en S (primer y segundo tercio de la longitud) debido al ritual ibero; siendo el arco del segundo tercio mayor que el del primero, aquí presenta la máxima anchura. El cubo apareció fracturado a  2 cm de su principio posiblemente a causa de las labores agrícolas que se llevaron a cabo en el terreno, infra. Hoy está soldado. Long. máx.  31 cm , long. de la hoja  23 cm , anchura máx. de la hoja máx. 4’25 cm, grosor de la hoja 0’3 cm, grosor de la hoja con nervio 0’75 cm, long. del cubo  8 cm , grosor máx. del cubo en la unión con la hoja  1,3 cm y mín.  1,2 cm . Es difícil precisar el grosor del cubo al comienzo por estar achaflanado, ¿debido al ritual ibérico?   

La moharra apareció (28-8-1977) junto al regatón que describiremos a continuación (lám. 7, arriba) y al siguiente material cerámico: un lacrimatorio o ungüentario, una copa o lucerna, siete urnas, siete tapaderas o platos y un collar de pasta de vidrio, adorno que es clave para fijar la cronología (siglos V a comienzos del IV a. C) del conjunto de esta tumba núm. 2. Es posible que parte del ajuar de este enterramiento se perdiera en los montones de tierra extraídos cuando una máquina removió el terreno el otoño anterior y se hizo el hoyo para plantar un olivo, labores que motivaron que casi todo el material apareciera revuelto en su loculus (lám. 8) que, pese a como se disponía, calculamos que pudo ocupar paralelepípedo de unos  102 cm de largo,  80 cm de ancho y una profundidad de  70 cm , altura proporcionada por la base de una de las vasijas que permanecía sin remover; sin embargo, en superficie habían  numerosos tiestos de este ajuar, y otros a  2 cm pertenecientes a las primeras vasijas que aparecieron, si bien basculadas y rotas por la máquina. A  35 cm se hallaba la lanza y, junto a ella, el regatón.

Regatón de lanza (nº inv. 537-V, lám. 7, arriba).- Material: hierro. Restaurado en 2000. Es cónico hasta los  7,2 cm de la base. A continuación muestra un engrosamiento por espacio de  1,5 cm . A partir de ahí, la sección circular se torna cuadrada (facetas producidas por el forjado) hasta la punta que, de nuevo, es de sección circular. Long. máx. 13’5 cm. Posee una sutura (muy abierta) vertical de cierre del cubo de  3,5 cm . Diámetro máx.  2,4 cm y mínimo de  1,25 cm , ello por estar aplastado, como también se observa en la lanza, ¿consecuencia del ritual practicado durante la cremación del cadáver? Profundidad del hueco del cubo:  6,23 cm . Probablemente pertenezca a la punta de lanza anterior; no obstante al estar facetado nos hace dudar si se trata de un regatón o un pilum corto.  

 Lam. 2. Guerrero ibérico con su panoplia (según Narciso Jurado Ávalos)

 Aparte de lo expuesto, paisanos nuestros nos contaron que años anteriores a la Guerra Civil (1936-39), e incluso después, muchos agricultores tojeños regalaron “espadas y otros objetos” de Fuente-Tójar al Presidente de la Segunda República don Niceto Alcalá Zamora, a sus familiares y a otros señores de Priego, Baena, Espejo…, materiales de los que desconocemos su paradero. Otro tanto nos ocurre con los que vieron la luz debido a los expolios y que fueron vendidos hallándose hoy repartidos en diversos lugares de España (6).  

Los objetos que hoy tratamos desempeñaron una muy variada función: Unos se usaron simplemente en labores cotidianas y otros fueron manejados por el guerrero bastetano en su doble vertiente, como armas ofensivas y defensivas, caso de los escudos. En cuanto a las armas ofensivas, traemos tres tipos: las que poseyeron asta de madera (picas, lanzas, pilum y jabalinas), las que carecieron de ese elemento (soliferreum) y las propiamente empuñadas (falcata y cuchillo). Las primeras y segundas pudieron emplearse indistintamente en el combate cuerpo a cuerpo o como armas arrojadizas, sobre todo la jabalina y el soliferreum; mientras las últimas sólo en el combate cuerpo a cuerpo. Las astas de madera, debido a su morfología y al rito de incineración practicado en el Mundo Ibérico, no nos han llegado.  

La lanza se componía de punta o moharra, asta de madera y de un extremo (regatón o contera). Moharras y regatones eran de hierro forjado y se fijaban al astil mediante un tubo o cubo de enmangue que podía ser cilíndrico o cónico. La longitud total de una lanza (punta, astil y regatón) oscilaba entre los 175 y los  250 cm ; la punta, entre los  9,5 cm y los  73 cm , y el regatón entre los 20 y los  40 cm .

Durante siglos VI-V se emplearon lanzas muy largas (más de  40 cm ) con la hoja estrecha de nervio grueso y un largo regatón de  20 cm o más. Estaban adaptadas para el combate cuerpo a cuerpo, a veces el guerrero llevaba otra lanza más pequeña. A partir del IV se siguen manejando, aunque en menor medida, las lanzas grandes y hacen su aparición las medianas, 25- 35 cm , de hoja más ancha, nervio variable y que servían tanto como armas empuñadas como arrojadizas. 


Lam. 3. Necrópolis de Los Villarones. Vista desde el Norte

El regatón era la pieza cónica que se colocaba en el extremo opuesto a la punta y se sujetaba al asta con uno o dos clavos que lo atravesaban por unos orificios hechos ex profeso, perforaciones y puntillas que también estaban presentes en las lanzas, picas y jabalinas. Solía tener un diámetro de  2 cm en el acoplo con el astil. Cuando alcanzaba una longitud igual o mayor que el de la moharra podía considerársele como arma arrojadiza del tipo verutum, falarica o pilum. La misión de la contera era triple: como elemento para hincar la lanza en el suelo, como arma arrojadiza si se partía el astil y como instrumento para rematar al enemigo malherido (7).

El pilum, la jabalina y el soliferreum están dentro de las consideradas armas arrojadizas. Los pila medían entre los  100 cm (o más) y los  20 cm de longitud, con un diámetro en el arranque del tubo de  2 cm y una punta semejante a la de los soliferrea. La sección podía ser aristada o circular.  

La jabalina es menor que la de la lanza, de hoja estrecha y con aletas. Su asta llevaba adosada una fina correa (amentum) para facilitar su lanzamiento proyectándola más lejos.

El soliferreum es la tercera arma arrojadiza que recogemos, y la primera en cuanto a su importancia por el poder de penetración que poseía. Durante los siglos IV-III fue el arma ibérica por antonomasia. Es de una sola pieza y está fabricado enteramente en hierro forjado. Los soliferrea varían entre los  220 cm , o más, y los  158 cm , considerándose cortos a estos últimos. Su grosor se acercaba a los 1´5 cm y su sección podía ser cuadrada, redonda o aristada. La punta del soliferreum (o soliferrum) oscilaba entre los  4,3 cm y los  17 cm , a veces poseía aletas poco desarrolladas. Hacia la mitad de la pieza existía un engrosamiento que le servía de empuñadura para el lanzamiento, aunque existen ejemplares que no la poseen y en su lugar se cree que se enrollaría una cuerda o tira de cuero. Su cronología abarca desde el s. V a. C. (en que fueron introducidos en la Península Ibérica) al III-II. A veces, los soliferrea aparecen doblados en los enterramientos, caso del de Fuente-Tójar, que apareció abrazando una crátera de columnas ibérica y que trataremos más abajo (8). 


Lam. 4. Necrópolis de la Cabezuela. Vista desde el Sur

La falcata deriva de la machaira. Sus orígenes hay que buscarlos ya en el Mundo Griego, ya en los Balcanes o en Italia. Llega –la machaira- a la Península Ibérica entre fines del s. VI y comienzos del V a. C. Aquí se  transformará en la verdadera falcata: un arma de hoja más corta, curva, cortante y más punzante que su prototipo. Desde unos probables “talleres artesanales”, situados en el Sur de Córdoba y Norte de Granada se distribuye, entre otras zonas, por toda la Bastetania, siendo muy común encontrar este tipo de armas en las necrópolis en el s. IV a. C. A lo largo del s. V a. C. o comienzos del IV, desde cualquiera de los talleres de origen, si es que no se fabricaron en la propia Iliturgicola (9), llegaron estos “sables curvados” a este oppidum comercializándose en todo su interland. Aquellas primeras falcatas conocidas poseían empuñaduras decoradas en forma de “cabeza de ave o de caballo”, con sus guardas de cadenilla o de barras macizas, sus hojas acanaladas y sus damasquinados con diferentes motivos. Un ejemplo es la combinación dientes de lobo y hojas de hiedra – inmortalidad por el carácter de lo perenne de la hoja de esta planta- aparecido en una falcata de Fuente-Tójar, infra.  

La hoja de la falcata se compone de tres láminas soldadas por martilleo en caliente. Iba suspendida del cinto o del tahalí y estaba protegida por una vaina de materia orgánica (madera, piel o esparto) e incluso metálica, aunque esto es menos probable. La funda se completaba con pasadores metálicos permitiéndole llevar un cuchillo afalcatado adicional. Estos cuchillos, de amplia cronología, siempre fueron considerados como armas de prestigio. Desde el s. V a. C. y, sobre todo, en el siglo posterior forman parte de la panoplia del guerrero ibérico siendo armas inseparables de las falcatas, a cuyas fundas se adhieren.  

La caetra.- Es el escudo propio del guerrero ibérico. Consistía en un cuerpo redondo de materia orgánica (madera, cuero o madera y cuero) que se manejaba agarrándolo por la empuñadura (asidero, agarradero, abrazadera o manilla), que era normalmente de una lámina tubular con aletas más o menos planas de hierro forjado y que se fijaba al alma mediante clavos. En tiempo de marcha se porteaba sujeto por una correa (telamon) que pasaba por unas anillas situadas en las aletas.  


LAS ARMAS:

Nota: Los materiales de un conjunto cerrado se presentan unos tras otros. Para su estudio y comentario hemos seguido en todo momento la bibliografía adjunta, infra.  

 LANZAS Y/O PICAS:

Lam. 5

    Pica (tipo “hoja de laurel”) (nº. inv. 523-V, lám. 5).- Material: hierro. Restaurada en 2000 (10), al igual que el resto del material metálico del conjunto aparecido en agosto de 1977. Cubo (mejor que tubo, porque las supuestas bases tienen circunferencias desiguales) tronco-cónico. A  0,5 cm . de la base existen dos perforaciones (enfrentadas) para el pasador de sujeción al astil. Carece de anillo de fijación y no se observa ranura lateral ni capuchón o soldadura de cobre en el interior. Se une a la hoja mediante un estrangulamiento forjado por martilleo pasando de tener una sección circular a aplanada en las zonas de los arranque de los filos (divergentes, casi rectos) de la hoja. El nervio en su conjunto es desproporcionado en relación a las dimensiones de la hoja. En una de sus caras presenta una sección cuadrada hacia la mitad de su longitud y redonda el resto hasta llegar al extremo distal, mientras por la otra cara es prácticamente redondeada. Las superficies de la pieza se hallan con numerosas protuberancias debidas a la corrosión, lo que originó pérdidas en un filo, sobre todo a partir de la segunda mitad. No pensamos que se utilizara como arma de guerra ni arrojadiza (infra). Long. máx.  19 cm , long. de la hoja  12 cm , ancho 3’35 cm, grosor de la hoja, 0’2 cm, grosor de la hoja incluyendo el nervio 0’7 cm, long. del cubo  7 cm , circunferencia externa del cubo  2 cm y  grosor del cubo   0,25 cm .  

Esta pieza apareció el 16 agosto de 1977 en la pared de un hoyo abierto para plantar un olivo. Durante ese día y el siguiente Consuelo Fernández Nistal y el autor de este trabajo recuperamos del loculus el siguiente material: en cerámica, 6 platos o tapaderas de urnas, 7 urnas u ollas y 2 copas o “lamparillas”. En metal, como adornos o complementos de caballo: una mosquitera, o pinzas de depilar (nos inclinamos por la primera denominación) en cobre o bronce; una campanilla en bronce, diferentes elementos de bocado de caballo en hierro, las hojas (por separado) de unas mismas tijeras de hierro de esquilar y la pica descrita, punta que pensamos que formara parte, en vista del resto del material recopilado, del utillaje de un personaje dedicado a la ganadería caprina o, lo más probable, ovina. Dentro de las urnas se habían depositado los huesos calcinados del difunto, uno de esos huesos llevaba soldado un fragmento de hierro ¿punta de flecha? Esta tumba fue inventariada como número 1, por ser la primera que recuperamos. Se muestra en el Museo Histórico Municipal de Fuente-Tójar (lám. 6) con todo su ajuar y disposición tal como pareció en el enterramiento (11). Cronología: s. IV a. C.  

Lam. 6

La moharra apareció (28-8-1977) junto al regatón que describiremos a continuación (lám. 7, arriba) y al siguiente material cerámico: un lacrimatorio o ungüentario, una copa o lucerna, siete urnas, siete tapaderas o platos y un collar de pasta de vidrio, adorno que es clave para fijar la cronología (siglos V a comienzos del IV a. C) del conjunto de esta tumba núm. 2. Es posible que parte del ajuar de este enterramiento se perdiera en los montones de tierra extraídos cuando una máquina removió el terreno el otoño anterior y se hizo el hoyo para plantar un olivo, labores que motivaron que casi todo el material apareciera revuelto en su loculus (lám. 8) que, pese a como se disponía, calculamos que pudo ocupar paralelepípedo de unos  102 cm de largo,  80 cm de ancho y una profundidad de  70 cm , altura proporcionada por la base de una de las vasijas que permanecía sin remover; sin embargo, en superficie habían  numerosos tiestos de este ajuar, y otros a  2 cm pertenecientes a las primeras vasijas que aparecieron, si bien basculadas y rotas por la máquina. A  35 cm se hallaba la lanza y, junto a ella, el regatón.

Regatón de lanza (nº inv. 537-V, lám. 7, arriba).- Material: hierro. Restaurado en 2000. Es cónico hasta los  7,2 cm de la base. A continuación muestra un engrosamiento por espacio de  1,5 cm . A partir de ahí, la sección circular se torna cuadrada (facetas producidas por el forjado) hasta la punta que, de nuevo, es de sección circular. Long. máx. 13’5 cm. Posee una sutura (muy abierta) vertical de cierre del cubo de  3,5 cm . Diámetro máx.  2,4 cm y mínimo de  1,25 cm , ello por estar aplastado, como también se observa en la lanza, ¿consecuencia del ritual practicado durante la cremación del cadáver? Profundidad del hueco del cubo:  6,23 cm . Probablemente pertenezca a la punta de lanza anterior; no obstante al estar facetado nos hace dudar si se trata de un regatón o un pilum corto.  

Lam. 7

 Punta de lanza de hoja estrecha y larga (nº inv. 547-V, lám. 9, arriba).- Material: hierro. Restaurada en 2000. Pensamos que se concibió para ser empuñada y no como arma arrojadiza.

La superficie de esta estilizada moharra presenta en casi toda su superficie numerosas protuberancias, irregulares unas y globulares otras. A los  2 cm de la circunferencia de la base del arma existe una perforación por donde colaba el pasador de sujeción al astil. A los  4,6 cm de la base posee un anillo múltiple de fijación, ya que está compuesto a su vez por otros tres soldados (o forjados) con una anchura total de  0,9 cm y un diámetro de  2,25 cm en el aro central, que es el mayor, medida igual que el diámetro máximo del cubo. No posee ranura lateral ni capuchón o soldadura de cobre en el interior. Se une a la hoja mediante un estrangulamiento forjado por martilleo pasando de tener una sección circular (desde el comienzo hasta que aparece/n el/los anillo/s) a facetada rectangular (por espacio de   8 cm ) en la zona del arranque de los filos (divergentes) de la hoja. El nervio es de sección circular alcanzando 1/3 de la hoja, el tramo final, unos  4,5 cm , presenta una sección irregular aparentando ser rómbica, tal vez debido a la corrosión. Long. total  35 cm , aunque debió tener al menos un cm más, long. de la hoja  20 cm , ancho 2’8 cm, grosor hoja 0’5 cm, grosor hoja con nervios 1’1 cm, long. cubo  15 cm , diámetro cubo en el extremo 2’4 cm y profundidad del hueco del cubo  7,1 cm .  

Esta moharra apareció en Los Villarones el 13 de septiembre de 1984, fecha en que fue incautada por la Guardia Civil de la Comandancia de Fuente-Tójar, lo mismo que diverso material cerámico y metálico: la punta de lanza descrita, otra punta (548-V), un regatón (549-V), un cuchillo afalcatado (dos trozos, 550-V), dos pedazos de cuchillo o de hoz, varios fragmentos muy oxidados y deteriorados, un aro pequeño (nº inv. 552-V), un mango (nº inv. 553-V), una abrazadera de falcata (554-V), una falcata (555-V), una fíbula y dos monedas ibéricas. No sabemos si el material relacionado perteneció a un solo enterramiento o a varios (12). Asignamos al conjunto una cronología del s. IV, a. C.  

Punta de lanza (nº inv. 548- V, lám. 9, abajo).- Material: hierro. Restaurada en 2000. La moharra se halla incompleta desde los  8 cm en una parte de la hoja y desde los  9,5 cm en la otra.

A  1 cm de la circunferencia de la base mayor del cubo troncocónico hay una perforación para el pasador de sujeción al asta. No tiene anillo de fijación ni capuchón o soldadura de cobre en el interior, pero sí posee línea de sutura de  1,6 cm . El cubo, a los  7 cm de la base, se une a la hoja mediante un abombamiento de aspecto troncopiramidal (de base cuadrangular de  1,5 cm de arista básica por  2 cm de arista lateral) forjado por martilleo. La base de la hoja arranca con los filos ovalados hasta los  4 cm , momento en que la punta alcanza la mayor anchura ( 4,8 cm ) y comienzan a converger oblicuamente. El nervio es de sección circular y la hoja plana.

La parte conservada tiene una long. total de  32 cm , pero debió ser mayor; long. de la hoja 23’5 cm, ancho hoja 4´8 cm, grosor hoja 0’2 cm, grosor hoja y nervios 0’8 cm, long. cubo 8’8 cm, diámetro mayor del cubo 2’5 cm y el menor  1,35 cm . El hueco interior tiene una profundidad de  7,75 cm .  


Lam. 8

  Regatón de lanza, ¿pilum corto? (nº inv. 549-V, lám. 10).  
Material: hierro. Restaurado en 2000 (lám. 10, antes y después de la restauración). La pieza presenta un perfil cónico en su totalidad. Tiene pérdida de la base. La superficie presenta unos abultamientos irregulares ocasionados por orín antes de su restauración. Hasta los  4 cm de la base, que es el verdadero cubo, posee una sección circular tornándose a cuadrada (facetas producidas por el forjado) hasta la punta (el detalle del facetado nos hace dudar si se trata de un regatón o un pilum). A  0,5 cm de la abertura del cubo aparece un orificio para el pasador que lo fijaría al astil. Posee una ranura lateral que no pensamos que sea la línea de sutura, tampoco se aprecia soldadura en su interior. Medidas:  15,3 cm de largo,  1,95 cm de grosor del cubo,  4,2 cm de profundidad del cubo y  1,15 cm grosor en la parte central de la pieza.   

Lam. 9                                                                                                          Lam. 10                                            Lam. 11

 



Cuchillo afalcatado curvo
 (nº inv. 550-V, lám. 11).- Material: hierro. Restaurado en 2000.  
Se compone de empuñadura rectangular -en la que se conservan los pasadores para la sujeción de las perdidas cachas de hueso o madera- y hoja, que originariamente debió tener más de  21 cm , que es la long. máx. que posee hoy. Long. de la hoja  12,7 cm , anch. hoja 2’8 cm, grosor hoja 0’45 y 0’2 cm (máx. y míni. respectivamente),  long. empuñadura  8,57 cm y anch. empuñadura con pasadores 0’8 cm.

Lam. 12
 Aro de abrazadera de falcata (nº inv. 552-V, lám  12, a la derecha).- Material: hierro. Se trata de una anilla de sección plana con un diámetro externo de 3’55 cm y 1’9 cm de diámetro interno, teniendo de grosor 0’45 cm y 0’7 cm de ancho. Estado de conservación mal.


Lam. 13

Asa de caetra (nº inv. 553-V, lám. 13). Material: hierro. Restaurada en 2000. Fragmento de manilla de caetra con aleta (¿en forma de trébol?) en un extremo y ranura longitudinal en la zona ventral.  
Se trata de un tubo cilíndrico hueco (de  9 cm de largo, 1’8 cm de diámetro y  0,7 cm de grosor) que se achaflana en los extremos con sendas placas (una falta) con las que se sujetaría al cuerpo del escudo. Long. total  11,2 cm .  


Abrazadera de falcata (nº inv. 554-V, lám 12). Material: hierro. Restaurado en 2000. Se halla incompleta, ya que tiene perdidos el codo superior, el ángulo en donde encajaría la anilla de suspensión (552-V) y el resalte en que se alojaría posiblemente el cuchillo afalcatado 550-V. Junto al aro (nº inv. 552-V) formaría el complemento de la abrazadera por donde se deslizaría la falcata que presentamos a continuación. Mide  6,50 cm de largo,  1,30 cm de ancho y  0,30 cm de grosor del codo por el que pasaría el aro para agarrarlo al cinto o tahalí.  

Falcata 1 (nº inv. 555-V, lám. 14). Material: hierro. Restaurada en agosto de 1994 (13). Está completa a excepción del extremo del arco de la empuñadura a consecuencia del mal trato recibido por parte de los expoliadores, pero por lo que nos ha llegado probablemente tendría forma de cabeza de caballo. A pesar de su restauración, la superficie en la totalidad del arma se presenta irregular debido a la herrumbre que presentaba cuando apareció. La hoja es de sección triangular y en ella se observan dos acanaladuras paralelas entre sí (separadas unos 0’8 cm) que siguen la curva del dorso y que al parecer arrancan de la base de la hoja. Mediante dos remaches, las dos placas de refuerzo de las guardas tiene sujetas a la hoja, placas que miden  5,7 cm de largas (coinciden con la anchura basal),  1,9 cm de anchas y  0,8 cm al final del codo. Conserva junto a ellas completa la embocadura de la vaina (por donde cuela la falcata a través de una abertura de  1,45 cm ) en forma de C con los ápices rectos de  7,1 cm de largo,  1,75 cm de ancho y  2,55 cm contando la longitud del extremo. La parte central de la empuñadura está marcada con un pequeño pico distinguiéndose los dos lóbulos para el ajuste de los dedos índice y corazón, por un lado, y anular y meñique, por otro; sin embargo no conserva los remaches de las cachas. El dorso se halla mellado intencionalmente. Peso total:  550 gramos , peso de la falcata sola  515 gramos . Long. total 57’2 cm, long. del filo dorsal  47 cm , long. hoja  46 cm , ancho máximo de la hoja 4’8 cm, ancho mínimo en el estrangulamiento central 3’3 cm, grosor hoja máximo  1 cm , mínimo 0’25 cm. Largo empuñadura  9 cm .



                                                                                           Lam. 14                                            Lam. 15                                                    Lam. 16

Soliferreum (nº inv. 592-V, lám. 15). Material: hierro. Restaurado en 2000.

Se trata de una varilla alargada conseguida por martilleo. La parte que nos ha llegado mide  132 cm y posee una sección circular, salvo en la zona inmediatamente posterior a la hoja y en la parte delantera del enmangue, en que la sección es cuadrada. Originariamente debió ser mayor ¿165 cm? Hacia la mitad se encuentra doblada intencionadamente siguiendo el ritual ibero. En el extremo conservado posee una punta foliácea (lanceolada) con nervio a lo largo de la misma presentado una sección romboidal de  9 cm y grosor máx. de 1’7 cm.  A  73 cm del extremo de la punta se encuentra el éntasis de  19 cm . producido por forjado. Grosor máx. en la parte delantera del enmangue  1,7 cm , grosor que va descendiendo progresivamente hacia el final del mismo, en donde alcanza  1,2 cm . Grosor del extremo proximal de la punta  0,75 cm , grueso coincidente con la parte final del soliferreum. Francisco González Leiva, su descubridor y donante, lo encontró en 1977 y, según él, envolvía una crátera ibérica de campana (lám. 16), hoy conservada en el M.A.P. de Córdoba (14).  

Fragmentos de soliferrum (nºs. inv. 593-V y 594-V, lám. 17). Medidas: 19 y 13’5 cm, respectivamente. Tienen una sección semejante al soliferreum anterior. Ambas varillas se encuentran arqueadas. Posiblemente pertenezcan al arma descrita supra, ya que el donante es el mismo y las circunstancias del hallazgo también. Los fragmentos fueron restaurados en el 2000

Lam. 17                                                                              Lam. 18                                                        Lam. 19
   

Hoja plana ¿de puñal? (nº inv. 596-V, lám. 18). Material: hierro. Restaurado en 2000.

Se trata de un fragmento de hoja triangular, plana y delgada presumiblemente de puñal. La base es irregular por fractura y los lados oblicuos son rectos. Tiene perdida la zona basal, parte del filo cerca de la punta y un tramo (de  2,5 cm ) del filo en el lado opuesto a  2 cm de la base. Carece de nervio, mango y estrías. Longitud máx.  16 cm , anchura máx. 4’5 cm, grosor de 0’35 cm en la parte central y  0,1 cm en los filos. Son estas características, y la de carecer de curvatura, las que nos inclinan a pensar que se trata de una hoja de puñal y no de una lanza ni de elemento de un escudo, si bien hay extremos de manillas muy semejantes en El Cigarralejo. Apareció como consecuencia de las tareas agrícolas que se hicieron en la necrópolis meses antes. Estaba depositada sobre un plato (nº inv. 595-V), al igual que los números 597-V, 598-V, 599-V, 600-V y 601-V, que comentaremos más abajo. A este conjunto de materiales lo designamos como tumba número 3 y se recuperó el mismo día de su descubrimiento (el 29 de agosto de 1977). Las armas (defensivas y ofensivas) se hallaban sobre el plato (lám. 19) a  40 cm . de la superficie.  El enterramiento estaba limitado por seis piedras formando círculo a la misma profundidad en que se halló el material. Pensamos que había más material y que fue expoliado de antiguo.

Extremidad de asa (pala o aleta) de escudo (nº inv. 597-V, lám. 20). Material: hierro. Restaurada en 2000.  

Consiste en una placa cóncavo-convexa con una longitud total de  20 cm . Es de aspecto bitrapezoidal con pérdidas en los filos y en puntas, por lo que sería más larga. La placa está atravesada con tres lañas o grapas para la sujeción a la madera o alma de la caetra que, a juzgar por las dimensiones de la chapa, debió ser un  escudo grande. Las grapas son muy desiguales morfológicamente, así como la disposición de las mismas en la aleta. La primera, o quizá remache, se halla próxima a la línea de fractura y soldada a la chapa. No sobresale al exterior ¿por pérdida del pasador? En la parte cóncava presenta una sección circular con un grosor de  0,5 cm , que termina en un remache oval y perpendicular de  1,85 cm de largo por 1 de ancho y una altura de  1 cm . A  5,8 cm de la anterior existe otra de  0,7 cm de gruesa en sentido transversal al eje mayor del nervio. En esta ocasión sobresale en la cara externa formando un arco de  1,60 cm de cuerda por  0,7 cm de sagita y una anchura máxima de  0,9 cm . En la concavidad aparecen abiertos los segmentos arqueados de la grapa de  1,5 cm de long. cada uno y un grosor de  0,3 cm . La última grapa se encuentra a  9,5 cm de la descrita anteriormente. Externamente sigue la misma línea, aunque le falta parte del arco. Interiormente, los perpendiculares ápices de la laña se arquean y enlazan semejando un “gusanillo en  8” dispuesto paralelamente a la chapa, esto ocurre en la línea de unión de los dos supuestos trapecios. Las lañas servirían para sujetar interna y externamente el lino o cuero y madera que compondrían el escudo, cuyo grosor estimamos entre los 2’5 cm y los  2,7 cm . Anchura máx. de la pala  7,4 cm , anchura mín. 2’5 cm y grosor  0,2 cm . Tanto este extremo como el siguiente (598-V) contenían a la falcata nº 599-V. El conjunto estaba depositado encima del plato (595-V), como hemos dicho más arriba (lám. 19). Fue este detalle el que nos hizo suponer que se trataban de fundas metálicas de falcata (15).   

Lam. 20                                                                                              Lam. 21

 

Extremidad de asa (pala o aleta) de escudo (nº inv. 598-V). Material: hierro. Restaurada en 2000.  
Esta pieza, semejante a la anterior, es asimismo bitrapezoidal. En este caso, la parte conservada del trapecio menor es más esbelta que aquélla y las lañas se disponen en zonas diferentes. Tiene igualmente una long. máx. de  20 cm , una anch. máx. de  6,8 cm y un grosor de  0,25 cm por término medio. La cara externa posee dos grapas: una horizontal, fracturada en dos segmentos planos (uno duerme encima del otro) de  1,7 cm de largo,  0,8 cm de ancho y sección rectangular, y otra dispuesta verticalmente con el arco perdido siguiendo el eje mayor. Al interior de la paleta llegan las mismas grapas abiertas (todas tienen un grosor de  0,3 cm y una sección circular, con pérdidas de parte del cierre), y un remache abotonado próximo al filo de  0,7 cm . de diámetro y  0,3 cm . de alto (lám.  21, a la derecha junto a otros fragmentos recogidos en aquella ocasión).  

Falcata 2 (nº inv. 599-V, lám. 22). Material: hierro. Restaurada en 1994.  




Lam.22

El arma se halla incompleta por faltarle el extremo distal, las láminas externas y la mayor parte del filo en la zona ventral. Muestra un aspecto rectangular y una sección triangular. Presenta rugosidades en las superficies de la hoja, dos golpes en el dorso y no tiene definida la empuñadura siendo, por tanto, difícil de reconocer si acababa en cabeza de caballo (por la que nos inclinamos), de ave o cualquier otro motivo. En la hoja se distingue una acanaladura que, arrancando en la base, va paralela al dorso (a  1 cm ) vislumbrándose otras paralelas. Las placas de refuerzo de la guarda aparecen damasquinadas de plata con una hoja de hiedra y otros signos difíciles de precisar. Se  enmarcan en cenefas compuestos por una banda de plata coronada por otra, también de plata, con dientes de sierra (lám. 23), detalles éstos que vienen a confirmar, por un lado, el alto estatus social del difunto y, por otro, el carácter apotropaico del arma. La empuñadura se encuentra atravesada por dos remaches prismáticos  -falta otro-  con los que se sujetarían las cachas de madera o de cualquier o material orgánico. Del extremo de la lengüeta sale una barra de cierre (troncopiramidal al comienzo, cilíndrica después y de sección cuadrada al final) que llega hasta el codo inferior (o gavilán) de la guarda. La parte central de la empuñadura (lengüeta) está marcada con el ángulo separador de los dos lóbulos en los que se ajustan los dedos índice y corazón, por un lado, y anular y meñique, por otro. Long. total 35’4 cm, long. hoja 24’5 cm, ancho máximo (junto a la placa de refuerzo)  6 cm , ancho máximo (resto de la hoja) 3’5 cm, grosor máximo (en el dorso) 0’8 cm y grosor mínimo (junto al filo) 0’4 cm.

Lam.23

Punta de lanza de hoja foliácea (nº inv. 600-V, lám. 24).- Material: hierro. Presenta una sección romboidal. Falta por pérdida reciente la mayor parte del cubo del que sólo se conservan  2 cm . Estado de conservación: muy mal. La moharra se halla fragmentada en cuatro trozos, se encuentra cubierta con aditamentos terrosos antiguos y conserva el núcleo. Long. máx.  16 cm , long. de la hoja  14 cm , ancho hoja  4,2 cm , grosor hoja contando el nervio  1 cm . Apareció junto al plato con la falcata nº 2.  


Lam.24
 Asa de escudo (caetra) (nº inv. 601-V, lám. 25). Material: hierro. Restaurada en 200
0.

Es un tubo hueco de  9,4 cm de largo, 1’8 cm de diámetro y  0,2 m . de grosor del anillo. Muestra una sección oval y posee ranura longitudinal en la zona lateral, ranura formada por la intersección del corte longitudinal de un extremo de chapa que duerme sobre la otra, operación realizada por martilleo. El interior cerca de uno de los extremos está atravesado por un pasador de hierro.  


Lam.25

Cubo de lanza (nº inv. 637-V, lám.  26, a la izquierda). Material hierro.  

Se trata de un fragmento de un cubo cónico de una lanza. Mide  5,4 cm de largo,  2,35 cm de ancho en su parte media y  0,5 cm de grosor. Estado de conservación: mal. Presenta una fuerte oxidación y abundantes concreciones arcillosas antiguas, lo que impide observar si posee o no orificio para la fijación al asta; sin embargo, parece vislumbrarse en su interior soldaduras de cobre, detalle que se sabrá mejor una vez restaurado. Apareció en  1985 a consecuencia de las labores practicadas en el terreno para plantar olivos. Junto a este fragmento de lanza aparecieron 42 piezas revueltas en la tierra extraída del hoyo: una urna cineraria, un bolsal ático, veinticuatro cuentas de ágata, una concha marina, cinco fragmentos de diferentes vasos cerámicos, un fragmento de vaso ático, un plato (tapadera de urna) decorado con barniz rojo, siete fragmentos de hierro atribuibles a un soliferrum, seis fragmentos irregulares de hierro de los que dos supuestamente pertenecen a una falcata, una lasca pequeña de sílex. Además se recogieron numerosos fragmentos cerámicos y óseos calcinados (16). Denominamos a esta tumba nº 4.  


Lam.26

Soliferreum (nº inv. 638-V, lám. 27): De los siete fragmentos férreos que aparecieron en aquella ocasión (supra), tratamos sólo de cuatro por ser los más significativos debido a su tamaño, el resto miden menos de  2 cm ., si bien todos poseen las mismas características y, por lo tanto, pensamos que pertenecieron al mismo arma. Llevan como número de inventario 638-V. De ellos solamente uno está restaurado (en 2000), mide  5,8 cm de largo por  0,85 cm de grosor. Su sección, aunque irregular, aparenta ser rómbica, razón ésta que nos hace suponer que pudiera tratarse de la punta ¿foliácea? del arma; el resto de los trozos miden  7,1 cm ,  7,85 cm y  7,75 cm . Están forjados por martilleo y el último parece corresponder al enmangue, ya que en uno de los extremos posee el característico engrosamiento que delimita la empuñadura. Nota común en ellos es la corrosión superficial con adherencia de materiales terrosos, que hacen que las superficies presenten abultamientos más o menos globulares y que al exfoliarse se lleve parte del núcleo metálico.  


Lam.27                                                                                                           Lam.28               
  

Punta de lanza (nº inv. 795-V, lám. 28). Material: hierro. Apareció en 1982 al N-O de la necrópolis de Los Villarones (o Torviscales).

Lam.29                                                                                                                        Lam.30
 

Según sus descubridores (Francisco Ruiz González, José Antonio Ruiz Matas y Rafael Ruiz Matas), se hallaba en un arroyuelo formado a raíz de las fuertes lluvias caídas ese año en el camino que va al cortijo de “Los Cortijeros”, situado en la necrópolis.  La parte conservada de la moharra tiene una long. total de  8,75 cm , long. de la hoja  5,5 cm , ancho máx. hoja  1,2 cm , grosor hoja 0’2 cm, grosor hoja y nervios 0’7 cm, long. cubo  3,25 cm , diámetro mayor del cubo (de sección oval)  1,11 cm , diámetro mayor junto al arranque de la hoja  1 cm  0,8 cm el menor, profundidad del hueco  1,4 cm . Tiene pérdidas en el cubo, en la punta y en el filo de las hojas. No se aprecia anillo de fijación, pero posiblemente sí capuchón en el interior del cubo. Posee línea de sutura cerrada por martilleo y orificio del pasador para la fijación al astil a  0,7 cm del comienzo del cubo. Presenta una sección romboidal con fuerte nervio central y abundantes concreciones térreas en toda superficie. La base de la hoja arranca con los filos ovalados. Es la menor de las lanzas halladas hasta el momento en Fuente-Tójar, por lo que nos hace sospechar que se puede tratar de una pica. A pesar de la erosión sufrida se conserva en buen estado, ya que el núcleo metálico no está afectado.

Falcata 3 (nº inv. 1.183-V, láminas 29 y  29, a .). Material: hierro. Restaurada en 1994 (17).  

El arma está completa con hoja de sección triangular. Está intencionadamente doblaba en codo (o matada) por la mitad siguiendo el rito ibérico de la muerte. Conservaba la pátina azulada oscura original casi en su totalidad, pátina que sigue manteniendo aún después de su restauración. Como el resto de sus aditamentos estaban separados, por lo que pensamos que no debió haber sufrido la acción del fuego.

Medidas: Longitud máxima  54,4 cm , longitud de la hoja en el filo dorsal  43 cm , grosor máximo de la hoja junto a las guardas  0,75 cm , grosor mínimo de la hoja  0,2 cm , anchura máxima de la hoja  4,9 cm , anchura mínima de la hoja  3,15 cm , longitud de la empuñadura  8,5 cm (parte externa) y  7,7 cm (en la interna), grosor máximo de la empuñadura  1,8 cm (a juzgar por las medidas de los pasadores), sin ellos  0,52 cm (junto a la guarda) y  0,2 cm al final de la lengüeta junto a la cerviz del caballo, anchura basal  6 cm , distancia de la punta a las estrías  7,5 cm , long. de los pasadores (de sección circular)  1,7 cm (el más próximo a la guarda),  1,8 cm (el central) y  1,3 cm el situado en la cara del caballo.  


El extremo distal acaba en una aguzada punta, mientras el proximal o pomo lo hace en una figura de cabeza de caballo, miembro que estaba desprendido por la zona de la cerviz, concretamente a la altura del segundo remache contado a partir de las placas de refuerzo de la guarda, por lo que cuando se recuperó se le asignó a este trozo el nº inv. 1.184-V. La guarda basal no revela damasquinado. La empuñadura, abierta, contó con cuatro remaches o pasadores; faltan las cachas que serían de madera o de cualquier otro material orgánico; las placas de refuerzo son lisas, cada una mide  5,75 cm de alta,  1,75 cm en la parte más ancha,  0,55 cm en la parte del arco y  0,3 cm de ancha. La parte central de la empuñadura está muy marcada para el ajuste de los dedos en dos grupos. Desde las placas hasta los  7,5 cm del extremo corren dos acanaladuras paralelas junto al dorso hasta la mitad de la pieza, en que la acanaladura inferior se abre en otras dos (la de arriba recta a  1 cm del lomo y la de abajo curva) dejando un campo de  4 mm en la parte más ancha hasta terminar incidiendo, a la vez que dibuja un arco ojival muy apuntado. Las acanaladuras se perfilan por líneas rebajadas por martilleo incisas que, a su vez, enmarcan otras en cuyo interior está el verdadero canal haciendo que la hoja por esta parte tenga un grosor apenas perceptible. Existe una segunda acanaladura entre la anterior y el borde hasta aproximadamente la mitad de la pieza. Ha perdido la capa externa en parte del dorso, filo y parte de la hoja por donde ésta se ensancha. También hay desprendimientos en la zona del codo y en las cartelas de las placas de las guardas, desprendimientos producidos por descamación debido a la corrosión; no obstante su estado de conservación es bueno. Se recuperó en septiembre de 1984 gracias a la intervención de la Guardia Civil del Puesto de Fuente-Tójar. Ante su llegada a la necrópolis, los expoliadores se percataron de su presencia y salieron huyendo. Junto a la falcata y sus complementos se recogieron tres urnas globulares: una sin decorar con huesos calcinados en su interior, otra decorada a franjas y otra que no se pudo recuperar debido a la mala calidad de la pasta, aunque sí los huesos que contenía. Además de lo mencionado, se consiguieron un plato cerámico y la jabalina, que describimos más abajo (nº inv. 1.185-V). Pensamos que en el loculus (lám. 30) había más material (18). Este enterramiento está inventariado como tumba nº 5.  


Lam.31

 Placa de refuerzo de la guarda (nº inv. 1.183-V, a, lám.  31, a la izquierda): Material: hierro. Restaurada en 1994.  
Pertenece a la falcata nº inv. 1183-V. Apareció desprendida del arma el día del hallazgo. Conserva su pátina original azulado-negruzca en la cara externa, mientras que la interna aparece con una soldadura circular metálica y con rugosidades debido a la pérdida de parte de la superficie ocasionado por orín. Al igual que ocurre en su compañera, no se le observa damasquinados.


Lam.32

 Se halla completa y conserva en su mayor parte la superficie y pátina originales, con la excepción de la zona baja del resalte para alojar el cuchillo afalcatado u otro instrumento aguzado y cortante. Un extremo de la cinta metálica de la abrazadera se fija, una vez que adquiere su forma característica, al otro extremo mediante un pasador metálico de sección circular, de  0,3 cm de grosor y  1,75 cm de largo. En la abertura dejada entre el pasador y el ángulo superior del codo de la abrazadera oscila la anilla de suspensión. Ésta, de aspecto plano por forjado, tiene un grosor irregular (máx. de  0,5 cm y mín. de  0,35 cm ), una anchura (horizontal) de  0,4 cm , un diám. exterior de  2 cm y un diám. interior (presenta un óvalo) de  1,25 cm (máx.) y  1,15 cm (mín.). Mide  8,15 cm de largo,  1,30 cm de ancho en la parte superior del resalte y  0,8 cm en la inferior y  0,30 cm de grosor por término medio en toda la cinta.

Esta abrazadera había sido depositada en la tumba fuera de la falcata (lám. 30), lo mismo ocurrió con la/s embocadura/s siguiente/s.  

Embocaduras de vainas. Los cinco fragmentos recogidos (láminas 31 y  32, a la derecha) están inventariados con los números 1.183-V, c; 1.183-V, d; 1.183-V, e; 1.183-V, f; y 1.183-V, g). Material: hierro. Restaurados en 2000.  

Tres de estos fragmentos conservaban la pátina original en un 90% de su superpies de las chapas, un pasador circular fragmentado por la mitad que servía de unión a las cintas y tres hombros rectos en las placas de la embocadura, placas de sección rectangular de  1,3 cm de ancho,  0,3 cm de grueso y  7,6 cm de long.  El grueso externo de la embocadura es 1,75, mientras que en el interior, por donde se deslizaría la falcata es de  1,1 cm . Los otros dos trozos recogidos corresponden a otra embocadura diferente ¿de otra falcata o espada? Van marcados con los números de inventario 1.183-V, f y 1.183V, g. El primero consta de dos fragmentos de las chapas laterales de la embocadura. Están unidas mediante un pasador cilíndrico de  0,4 cm de grosor y  1,2 cm de largo, que une los hombros de las cintas y viene a mostrar la cavidad de la embocadura (semejante a la anterior). Tiene una long. de  5,1 cm , una anchura de  1 cm y un grosor de  0,2 cm . El otro fragmento corresponde, con toda probabilidad, a los  hombros opuestos. Consiste en un pasador de  0,5 cm y  1,2 cm de largo. Al estar incompletas estas piezas, es por lo que creemos que fueron sustraídas algunas más ¿?, ya que con posterioridad se recogieron en superficie otros fragmentos férreos de clara adscripción a otras armas (falcatas, manillas, cuchillos).


Punta de lanza, Jabalina (nº inventario 1.185-V, lám. 33). Material: hierro. Restaurada en 1994.

                                                     
                                                                                    
 Lam.36                                 Lam.37
 
Lam.33


Lanza de hoja estrecha y esbelta con filos rectos casi paralelos. Carece de anillo de fijación y de capuchón o soldadura de cobre en el interior del cubo. La punta está atrofiada por pérdida parcial. Long. máx. conservada  42,2 cm , hoja  30,5 cm , anch. máx. de la hoja  3,1 cm a  3,85 cm del arranque de la misma (en el primer tercio) disminuyendo suavemente hacia la punta, grosor de la hoja  0,3 cm , grosor de la hoja con el nervio  1 cm , long. cubo  11,2 cm , diámetro máx. del cubo  2,5 cm , diámetro del cubo en la unión con la hoja  1,6 cm , profundidad interior del cubo  8,2 cm . El nervio es grueso y se manifiesta como una prolongación del cubo cónico hasta llegar al extremo distal. A  1 cm de la abertura del cubo se encuentra el orificio del pasador. Grosor pared del cubo  0,35 cm . El cubo tiene una abertura en sentido longitudinal de  6,5 cm para facilitar la penetración del astil. Debido a las características apuntadas, el arma fue concebida para ser empuñada y para el combate cuerpo a cuerpo.

Esta punta originariamente se hallaba en el enterramiento siguiendo una orientación E-O. El cubo se encontraba bajo una de las vasijas, la nº inv. 1.180-V, del ajuar funerario, mientras el tercio superior de la hoja lo hacía sobre el codo de la falcata anterior (lám. 30).

Lam.34

Falcata 4 (nº inv. 1.556-V, láminas. 34 y 35): Arma completa de sección triangular, color férrico con irisaciones doradas en bastantes zonas de las hojas. Tiene el enmangue abierto con mango restaurado por don Antonio Sánchez Sicilia en la década de 1970. La halló don José González Madrid a escasos metros de su casa (Cortijo de “Los Cortijeros”, necrópolis de Los Villarones) a fines de los años 60 del siglo pasado. En el mismo lugar apareció una urna cineraria, nº inv. 501-V (lám. 36), conteniendo huesos y otras piezas, entre las que figuran dos fíbulas anulares hispánicas, números inv. 1.352- V y 1.353-V (lám. 37). El vaso lo donó el Sr. González en 1973 al incipiente Museo de Fuente-Tójar, mientras que las fíbulas, que las había regalado al Sr. Sánchez Sicilia, las entregó éste en julio de 1990 y la falcata lo hizo su viuda, doña María Madrid Calvo, en 1999.

Lam.35

 Según don Antonio, “la espada” estaba doblada cuando la sacaron y él “la enderezó”. No sabemos qué método utilizaría ni con qué productos la trató para quitarle las concreciones terrosas que tuviese y para que se conservase en el buen estado en que se encuentra. Fue él quien le agregó la empuñadura de madera que tiene actualmente. Los deterioros que se observan (golpes en el dorso) son los que le ocasionaron voluntariamente quienes la depositaron en el enterramiento hace más de 2.300 años, y las señales de martilleo las realizó Sánchez Sicilia con el fin de enderezarla. Hay, sin embargo, pérdida en el extremo del gavilán inferior de la guarda derecha, en el filo de la hoja (entre los  10,5 cm y los  12 cm de la punta) y otras pérdidas menores hacia la mitad del filo en la zona más ancha de la hoja. También se nota que hubo descamación en la capa externa de las superficies sin que llegase a afectar a las más bajas y al núcleo.  

El extremo distal acaba en una aguzada punta. A  21 cm de ese extremo se aprecia el lugar en donde sufrió la flexión la falcata. El proximal o pomo falta, por lo que no se sabrá si acababa en una figura de ave o caballo; en su lugar, el Sr. Sánchez puso una chapa férrea de cierre de aspecto rectangular con los ángulos romos de  2 cm de larga,  1,2 cm de ancha y  0,2 cm de grosor. Sujeta a la empuñadura con un remache que pudiera ser un ápice de la misma. Ésta se presenta abierta, con cuatro pasadores o remaches de diferentes secciones, dos en la lengüeta y otros dos en el tramo último de la empuñadura. Faltan, como dijimos, las cachas originales y en su lugar se han puesto de madera lisa. Las placas de refuerzo de la guarda no tienen decoración y van sujetas a la hoja con dos remaches, uno en la zona de arranque de las acanaladuras y el otro atraviesa los ángulos de los gavilanes (falta el derecho). Cada una mide  5,75 cm de larga,  1,4 cm en la parte más ancha de la cartela,  0,55 cm de grosor,  0,25 cm en la parte del arco y  0,3 cm de ancha. La parte central de la lengüeta de la empuñadura está muy marcada para el ajuste de los dedos índice y corazón, por un lado, y anular y meñique por otro.  

Dos acanaladuras, que siempre van paralelas al dorso, arrancan debajo de la guarda separadas  2,3 cm , distancia que se acorta (a  1,5 m y por espacio de  14 cm .) cuando la hoja se estrecha para volver a separarse una vez que se ensancha hasta que convergen a  13 cm . de la punta. Dentro de las acanaladuras, un haz de 10 estrías parten, igualmente, desde la guarda; las centrales convergen a los  4 cm de las placas, mientras el resto corren paralelas a las acanaladuras mayores. Vuelven a  30 cm de la punta, y una vez que la hoja tiende a ensancharse, las estrías centrales van dibujando por espacio de  16,5 cm ocho figuras (líneas) lenticulares concéntricas.

Medidas: long. máx.  60 cm , long. de la hoja en el filo dorsal  50,2 cm , long. de la hoja en la zona media  48,7 cm , grosor máx. de la hoja junto a las guardas  0,78 cm , grosor mín. grosor de la hoja en el mismo lugar (abajo) y en su conjunto  0,15 cm , anch. máx. de la hoja  5,2 cm , anch. míni. de la hoja en el arco  3,8 cm , long. de la empuñadura sin la guarda  10 cm en la parte externa y 8,35 en la interna, grosor máx. de la empuñadura (pasadores y madera)  2 cm , grosor mín. en el extremo  1,8 cm , anch. basal  5,65 cm y distancia de la punta a las estrías  11,5 cm .

Proponemos para este conjunto la denominación tumba nº 6. Cronología: s. IV a. C.  



CONCLUSIONES

A lo largo de las líneas antecedentes, hemos prendido, sobre todo, presentar una muestra de la panoplia armamentística ibérica expuesta en el Museo Histórico Municipal de Fuente-Tójar, armamento que, debido a la proximidad, morfología y tipos de armas está más en consonancia con el Mundo Bastetano que con el Turdetano. La mayoría de las piezas y circunstancias de los hallazgos han permanecido inéditas hasta este momento.

Volviendo al comienzo del trabajo, nos reiteramos en el planteamiento de “lo que posiblemente nunca sepamos es si en los lotes de piezas que el Cura y la Maestra enviaron a Córdoba para la creación del Museo Arqueológico Provincial figuraba algún tipo de armas, y en el caso de ser así, ¿qué ocurrió con ellas?... En este último Museo están registrados, entre otros materiales, varias puntas de lanza (desde la número  1.072 a la 1.088) como entregadas por el Sr. Maraver procedentes de Almedinilla y Fuente-Tójar en 1867 y un armazón o abrazadera de vaina de espada de antenas (nº 1.094) de la misma procedencia”. De momento, sólo nos consuela algo de lo escrito por Vaquerizo (1989: 228-230). Éste admite la posibilidad de la mezcla del armamento cuando dice: “O bien algunas de las piezas incorporadas a los Museos extranjeros no proceden realmente de Almedinilla, o bien los dos ejemplares del M.A.N. aparecen mal siglado, correspondiéndoles los números de las falcatas que no se localizan, por lo que deben adscribirse en realidad a otra necrópolis... y… “Hemos considerado como parte de ellas [empuñaduras de escudos] un total de 23, número que supera al de piezas inventariadas por Maraver”. Y refiriéndose a un fragmento de bocado de caballo “… e incluso dudamos de su adscripción al conjunto de Los Collados. Aun así lo citamos, en la confianza de poder averiguar su procedencia exacta al realizarse alguna nueva revisión de los fondos”.


Sea como fuese, lo cierto es que la Protohistoria de Almedinilla y la de Fuente-Tójar están íntimamente ligadas… Cada día que pasa estamos más convencidos.

NOTAS PIE DE PÁGINA

1. Cfr. FERNANDO QUESADA SANZ (1992): “Notas sobre el armamento ibérico de Almedinilla”. En Anales de Arqueología Cordobesa, nº 3, pág. 113.

2. VICENT ZARAGOZA, A. Mª (1984-85): “Expedición a Fuente-Tójar (Córdoba) por L. Maraver”. En Corduba Archaeologica, 15, pp. 36-39.  

3. MARCOS POUS, A. y VICENT ZARAGOZA, A. Mª. (1983): “La necrópolis ibero turdetana de Los Torviscales, Fuente-Tójar”. En Novedades de Arqueología Cordobesa. Exposición Bellas Artes’83, pp. 11-22. Córdoba.  

4. Vid: VAQUERIZO GIL, D. (1986a): “Ajuar de una tumba indígena, procedente de la tumba de los Villalones, en Fuente Tójar (Córdoba). En Arqueología Espacial, 9, pp. 349-367, Teruel. Ídem. (1986b): “La muerte en el mundo ibérico cordobés: La necrópolis de Los Torviscales”, Rvta. de Arqueología 63, pp. 41-49. Ídem. (1986c): “Pinza de depilar en la Necrópolis Ibérica de Los Torviscales”, Rvta. de Arqueología 66, pág. 62. VAQUERIZO, D., MURILLO, J. F. y QUESADA, F. (1994): Arqueología Cordobesa: Fuente-Tójar. Córdoba. QUESADA SANZ, F. (1997): El armamento ibérico. Estudio tipológico, geográfico, funcional, social y simbólico de las armas en la Cultura Ibérica (Siglos VI-I a. C.). Monographies Instrumentum 3,  Montagnac. LEIVA BRIONES, F. (1990): Guía abreviada del Museo Histórico Municipal de Fuente-Tójar (Córdoba), Fuente-Tójar. Ídem. (1991): “Una aproximación al ritual funerario ibérico”. Crónica de Córdoba y sus Pueblos II,  pp. 65-78. Ídem. (1996).- “Museo Histórico Municipal de Fuente-Tójar. En Guía de los Museos Locales de la Provincia de Córdoba, pp. 91-103, Córdoba. Ídem. (2002): “Fuente-Tójar y su Museo”. En Arte, Arqueología e Historia, 9, pp. 143-146.

5. Vid. Libro Registro de Entrada de Objetos, Tomo 1. del Museo Arqueológico Provincial de Córdoba. Mi agradecimiento a don Francisco Godoy Delgado por haberme facilitado la consulta en el archivo del M. A. P. siendo director del mismo.  

6.  Vid.: LEIVA BRIONES, F. (1986): “Desde la Prehistoria a los primeros tiempos de la Romanización en el Museo Local Egabrense”. La Opinión, 2.983-84, pp. 10-14. Cabra (Córdoba). Ídem. ( 1991, a ): “Iliturgicola, I parte”. Iliturgicola, la Voz de Tójar, 2, pp. 8-11. LEIVA BRIONES, F.; MORENA LÓPEZ, J. A. (1994): “La Época Ibérica”. En Museo Arqueológico de Cabra, pp. 37-46. Cabra. LEIVA BRIONES, F. (1996).- “Museo Municipal de Cabra”. En Guía de los Museos Locales de la Provincia de Córdoba, pp. 47-59, Córdoba. Ídem. (1999): “Arqueología y Prehistoria”. Guía Histórica de Cabra, pp.54-82. Cabra (Córdoba).  

7. Cfr. Para QUESADA (1997: 307-308), entre otras finalidades, cuenta que los regatones servían para ser utilizados cuando la punta de lanza se había perdido; sin embargo, RUIZ dice que los regatones de las lanzas no son auténticas lanzas, ya que servían como elemento auxiliar para rematar acciones bélicas y en muchos casos servían para azuzar al caballo, ya que los jinetes de la Protohistoria sólo utilizaban una espuela. Vid. RUIZ VÉLEZ, I. (2005): “La panoplia guerrera de la necrópolis de Villanueva de Teba (Burgos)”. En Gladius, XXV, pág. 39.  

8. LEIVA BRIONES, F. (1997): “Presencia material griega en Fuente-Tójar”. En XV Congreso Nacional de Cronistas Españoles y XXV Reunión Anual de Cronistas Cordobeses, pág. 299 y lám. 5 de esta publicación.  

9. Iliturgicola es la ciudad iberorromana situada al Este de la actual villa de Fuente-Tójar. Hunde sus raíces en el mundo tartésico, de la que es heredera directa. En superficie son frecuentes los hallazgos de escoriales férricos y de “cazoletas” y trituradores de minerales.  

10. Todas las armas restauradas en 2000 lo fueron por Daniel Botella Ortega estando contratado por el ayuntamiento de Fuente-Tójar como técnico.  


11. El material de esta tumba lo cedimos para su publicación a Vaquerizo. Vid. nota nº 4.  

12. Así lo declaramos al Diario Córdoba, pág. 15 (19-11-1985) y a El Egabrense, nº 432, pág. 5, Cabra (25-11-1985). El material cerámico intervenido consistía en cuatro urnas cinerarias u ollas, un plato pequeño, una tapadera de urna y dos escudillas.  

13. Todo el material restaurado en 1994 lo fue en el Museo Histórico Municipal de Priego de Córdoba. Nuestro agradecimiento a don Rafael Carmona Ávila por su altruista labor.

14. Vid nota nº 8.

15. Así lo comunicamos en varias ocasiones, una de ellas fue al Dr. Vaquerizo. Cfr. Vaquerizo (1986b:44), op. cit.: “dos fundas de falcata de hierro con pasadores para la sujeción de una funda interior de cuero y abrazaderas exteriores para el alojamiento de pequeños cuchillos afalcatados”. Ello no concuerda con la opinión de Quesada (1997: 107, figura 52), op. cit.: “La vaina, según Quesada, es en realidad la manilla de un escudo; los pasadores son los clavos que sujetaban la manilla al alma del escudo y las abrazaderas para los cuchillos afalcatados son la sujeción de las anillas con que se colgaba el escudo al cuello”. El hecho de aparecer fragmentados los materiales se debe a la acción mecánica que sufrió la necrópolis en 1977. En las excavaciones practicadas en septiembre de ese mismo año se recogió más material perteneciente a este enterramiento, material que se trasladó al Museo Arqueológico Provincial de Córdoba y que se corresponde con la tumba nº 2, en la que apareció un vaso ático (precampaniense) fechado a mediados del s. IV a. C. (Vid. Marcos Pous, A.;  Vicent Zaragoza, A. Mª., 1983, op. cit). Es la copa la que nos sirve para datar el conjunto que estudiamos.  

16. Parte de este material ya fue publicado. Vid. FERNÁNDEZ NISTAL, C. y LEIVA BRIONES, F. (1985): “Aparición de otro ajuar ibero-turdetano en Fuente-Tójar”. En El Popular, 51. pp. 8-9. Cabra (Córdoba). LEIVA BRIONES, F. (1997): “Presencia material griega en Fuente-Tójar”. op. cit. En XV Congreso Nacional de Cronistas Españoles y XXV Reunión Anual de Cronistas Cordobeses, pp. 295-310. Córdoba.  

17. Esta falcata fue restaurada primeramente en los talleres de Almedinilla en 1989/90 por J. M. Tallada Lucena y J. Martínez Peñarroya. Vid. LEIVA BRIONES, F. (1991): “Una aproximación al ritual funerario ibérico”. Op. cit. y nota nº 3, pág. 69.  

18. Ibídem.

NOTAS PIE DE LÁMINA

 

1. Vista parcial de la vitrina número 7: Armas ibéricas.
2. Necrópolis de La Cabezuela, vista desde el Sur.
3. Guerrero ibérico con su panoplia. Según Narciso Jurado Ávalos.
4. Necrópolis de los Villarones. Vista desde el Norte.  
 LAS DEMÁS LÁMINAS, TAL Y COMO APARECE EN EL PIE DE LA FOTO CORRESPONDIENTE.


BIBIOGRAFÍA GENERAL.

ARRIBAS, A. (1978): Los iberos. Edit. Ayma.
MÁRQUEZ CRUZ, F. SOLANO (1976): Pueblos Cordobeses de la A (a) la Z, pp. 212-218.  
QUESADA SANZ, F. (2001): “Rellenando los mapas: Nuevos conjuntos funerarios ibéricos con armas en la provincia de Córdoba”. En Antiquitas, 13, pp. Priego de Córdoba.  SIERRA MONTESINOS, M. (2003): Un lote de armas procedentes de la necrópolis ibérica de Torremorana (Baena, Córdoba)”. En Gladius, XXIII, pp.  SIERRA MONTESINOS, M.; PÉREZ DAZA, F. (2002): “Nuevas aportaciones al estudio del armamento ibérico en la provincia de Córdoba”. Antiquitas, 14, pp. 21-33.  VAQUERIZO GIL, D. (1989): “Armas de hierro procedentes de la necrópolis ibérica de “Los Collados” (Almedinilla, Córdoba)”. En Saguntum, 22, Valencia.   



LEIVA BRIONES, F. (2008a): “Armas ibéricas procedentes de la necrópolis Bastetano-Turdetana de los Villarones (Fuente-Tójar, Córdoba) conservadas en su Museo Histórico Municipal. En Rvta. Arte, Arqueología e Historia, nº 15, pp. 175-190. Córdoba.


Agradezco a su Autor; D. Fernando Leiva Briones, su gran colaboración, y sus aportaciones con esta página. 

Muchas Gracias, y muy agradecido, D. Fernando.

Si hay alguien interesado en obtener más información al respecto sobre este estupendo libro, hay que ponerse en contacto con D. Fernando Leiva.   









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